Su cara es sencilla y bella.
Antaño miró al oeste. A ese lado encontró mi figura. Yo me veía perdido.
Ella grito mi nombre. Cuando encontré sus brillos el mundo cantó para mi. Tras la caricia suave de su mirar todo se hizo calor, sonido de viento despeinando el bosque, hacedor y transformador de sensaciones.
Figuras y sonidos fenomenales nacieron en las piedras incrustadas en las mascaras de la cotidianidad.
Su voz del mundo nunca más se fugó. Voló al manto azul del sueño y plantó sus raíces en un jardín de flores amarillas junto a los gritos inmortales del agua. Allí creció en esbeltez y fragancia, en color y sonoridad, se convirtió en un árbol de hojas sensibles que cantan junto al viento
Su cara es sencilla y bella.
Antaño miró al oeste. A ese lado encontró mi figura. Yo me veía perdido.
Ella grito mi nombre. Cuando encontré sus brillos el mundo cantó para mi. Tras la caricia suave de su mirar todo se hizo calor, sonido de viento despeinando el bosque, hacedor y transformador de sensaciones.
Figuras y sonidos fenomenales nacieron en las piedras incrustadas en las mascaras de la cotidianidad.
Su voz del mundo nunca más se fugó. Voló al manto azul del sueño y plantó sus raíces en un jardín de flores amarillas junto a los gritos inmortales del agua. Allí creció en esbeltez y fragancia, en color y sonoridad, se convirtió en un árbol de hojas sensibles que cantan junto al viento
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